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A los 86 años

Murió Ernesto Acher, histórico integrante de Les Luthiers

Fue pieza clave en la etapa dorada de Les Luthiers.

Sábado, 13 de diciembre de 2025

Ernesto Acher murió este viernes, a los 86 años, y dejó un vacío difícil de llenar en la cultura argentina.

Músico, humorista, arquitecto y director orquestal, fue una de las caras reconocibles de Les Luthiers durante quince años y más tarde impulsó proyectos que cruzaron sin prejuicios la música académica, el jazz y el humor.

Acher se sumó a Les Luthiers en 1971, primero como reemplazo de Marcos Mundstock y luego como miembro estable del grupo.

Además de actuar, cantar y tocar más de una veintena de instrumentos, aportó arreglos musicales, composición y la idea de una estructura de trabajo más colectiva.

Fue clave en piezas como Miss Lilly Higgins, Epopeya de los quince jinetes, Teresa y el Oso y la Cantata de Don Rodrigo.

En escena se lució como Don Rodrigo, el rey loco de El rey enamorado o el niño de La gallina dijo Eureka, y colaboró en la construcción de varios instrumentos insólitos que hicieron famoso al grupo.

En 1986 dejó Les Luthiers y, fiel a su estilo, evitó polemizar sobre los motivos. “Era un matrimonio múltiple”, solía responder con humor cuando le preguntaban por aquella salida.

La Banda Elástica y el puente con el jazz argentino

A principios de 1988 reunió a destacados músicos del jazz local y fundó La Banda Elástica.

Con ese proyecto llenó salas como el Teatro Cervantes, el Ópera y el Luna Park, grabó tres discos y giró por el interior del país y ciudades como Montevideo, San Pablo y Asunción.

Más tarde ideó Juntos en concierto, una propuesta que unió a La Banda Elástica con la Camerata Bariloche y consolidó su rol como puente entre lo popular, lo académico y el humor.

También produjo bandas sonoras, obras de cámara y piezas sinfónicas, siempre con una mirada descontracturada sobre la “música seria”.

Años en Chile y un regreso por raíces

En 2002 se radicó en Chile, donde dirigió orquestas universitarias, dio clases en la Universidad Diego Portales y creó proyectos como Homenaje a Piazzolla, La orquesta va al colegio y ¿Acher en serio?.

Vivió en Concepción, Santiago y Linares, pero nunca cortó el lazo con Argentina.

En 2016 decidió volver a Buenos Aires porque, como él mismo contó, “las raíces empiezan a pesar”.

Ya instalado otra vez en el país, retomó unipersonales, ciclos de radio y espectáculos junto a colegas como Jorge Navarro y Jorge de la Vega, siempre desde la mezcla de virtuosismo musical y humor inteligente.

Un legado que cruza generaciones

En las últimas décadas alternó proyectos como Humor, con Acher, Veladas espeluznantes, la Offside Chamber Orchestra y el espectáculo Gershwin, el hombre que amamos.

También impulsó propuestas pedagógicas para acercar la música a chicos y grandes sin solemnidad.

Acher deja una marca profunda: ayudó a redefinir cómo se podía hacer humor desde la música y música desde el humor, sin subestimar al público.

Su nombre queda ligado a la época dorada de Les Luthiers, al jazz argentino y a una manera muy particular de hacer reír y pensar desde el escenario.

Fuente: El Litoral

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